Cuando se cumple algún plazo especial de algo feo (o muy feo) que nos pasó, siempre miramos hacia atrás, revivimos lo que sentimos en ese momento, nos miramos a nosotros mismos en esa situación que tanto nos costó. Cuando un ser querido se va no hay nada que puedan decirte que te haga sentir mejor, que te haga sentir aliviado, por más que digamos "Estoy tranquila porque se que está en paz", no es tan así.
A veces siento que recordar es suficiente, que honrarlo me hace sentir tranquila. Otras veces, como hoy, siento que hay muchas cosas más que me hubiese gustado decir, o hacer, o repetir. El mes pasado (cuando se cumplió un mes), me agarró un vacío enorme en el corazón, no había superado absolutamente nada en todo ese tiempo, sólo estaba esquivando el sentimiento de dolor para poder seguir como si nada pasara. Ese día, el mes pasado, entendí que nunca iba a poder esquivar nada. Entendí que si seguía así nunca iba a poder hablar del tema sin quebrar en llanto, nunca iba a poder recordarlo simplemente con una sonrisa (como se que a él le gustaría); entonces cambié. Ese día, esa noche, la use para llorar y llorar y abrazar a todos los que se me cruzaban, para colgar su foto en mi pared, mirarlo y sentir realmente el dolor que tenía adentro mío. Y listo. Me propuse recordarlo todos los días, siempre que pudiera, recordar momentos, anécdotas, reírme y sonreír al pensar en el.
Hoy, un mes después, puedo decir que me siento mucho más tranquila. Hoy estoy triste, si, me sigue doliendo y siempre me va a doler. Pero estoy diferente, no tengo ganas de llorar, no me molesta hablar de él. Todo lo contrario, hablar de él es hacer que siempre esté presente para todos.
Se que nunca voy a olvidarlo, se que está bien que hoy me sienta triste y también se que, donde quiera que esté, nos está recordando también.
